La metamorfosis.
Al despertar Capulina Gonzáles una mañana, tras un sueño intranquilo, se encontró rep

osando en su cama, convertido en un sapo. Estaba sentado sobre una piedra croando, engullendo moscas e insectos, y, al alzar un poco la cabeza, vio en el reflejo del agua la figura convexa de su panza amarillenta y húmedo, su cabeza semi aplastada y desproporcionada, con ojos saltones, saltones por la impresión de verse deshumanizado y miserable, con cuatro patas huesudas y dedos artríticos, lamentablemente escuálidas y llenas de várices por soportar el peso adiposo. Ofrecían a sus ojos el espectáculo de una agitación sin consistencia.
-¿Qué me ha sucedido? Nooo!!!!!...
#$?¿!!%#@¥?¡ Edúu, Edúu… Edúu, no podía responder porque era otro sapo latoso.
No soñaba, no, todo era cierto…
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